
Publicado en EOC nº 79.
El auge del terrorismo islamista, el aumento de sacrificios humanos de albinos en Africa, y el incremento de criminalidad esotérica en todo el planeta han despertado el interés de psiquiatras y criminólogos, convirtiendo las creencias en un factor criminógeno ¿Qué mecanismos psicológicos convierten una superstición o una creencia sobrenatural, en la justificación de los crímenes más atroces?
Reconozco que sentí sorpresa al estrechar su mano. Alto, más delgado que en las fotos que se habían publicado en los periódicos, con un mechón de su pelo rizado cayéndole sobre la frente, sobre unos ojos que denotaban una gran inteligencia… Sonrió con agradecimiento al saludarnos.
Durante un instante miré su mano al apretar la mía. Aquella mano había empuñado el cuchillo que se llevó la vida de Carlos Moreno, el 30 de abril de 1994, asestándole 19 puñaladas.
Javier Rosado Calvo no me pareció gran cosa. Casi ningún asesino lo es. Pero en su caso es probable que de no haber contado con la colaboración de su amigo Félix Martínez Reséndiz, no habría tenido la capacidad física para ejecutar el crimen con el que había fantaseado durante tantas noches de soledad en su habitación.

He conocido muchos asesinos, pero Javier Rosado nos obsequió a los investigadores con algo especial. Durante el registro a su domicilio la policía descubrió un escalofriante diario. La crónica macabra de una mente perversa.
No todos los asesinos dejan por escrito la evolución de su pensamiento antes y después del crimen, y en ese sentido, el “obsequio” que Rosado legó a policías, psiquiatras forenses y criminólogos, es de un valor incuestionable. Por qué, sin duda, es una de esas confesiones que nos ayudan a meternos en la piel del asesino. Un joven, por aquel entonces, tan fascinado por las ciencias ocultas como por los juegos de rol.
Aquellas páginas, definitivas en el juicio, permitieron a policías, psiquiatras y criminólogos, conocer los pensamientos más íntimos de uno de los asesinos más mediáticos de la moderna historia criminal española:
“Salimos a la 1.30. Habíamos estado afilando cuchillos, preparándonos los guantes y cambiándonos. Elegimos el lugar con precisión. Yo memoricé el nombre de varias calles por si teníamos que salir corriendo y en la huida teníamos que separamos. Quedamos en que yo me abalanzaría por detrás mientras él le debilitaba con el cuchillo de grandes dimensiones. Se suponía que yo era quien debía cortarle el cuello. Yo sería quien matara a la primera víctima. Era preferible atrapar a una mujer, joven y bonita (aunque esto último no era imprescindible, pero sí saludable), a un viejo o a un niño. Llegamos al parque en el que se debía cometer el crimen, no había absolutamente nadie. Sólo pasaron tres chicos, me pareció demasiado peligroso empezar por ellos. Decidimos hacer una ronda buscando a nuevas posibles víctimas. En la calle Cuevas de Almanzora vimos a una morena que podía haber sido nuestra primera víctima. Pero se metió enseguida en un coche. Nos lamentamos mucho de no cogerla. Nos dejó con el agua en la boca.
“La segunda víctima era una jovencita de muy buen ver, pero su novio la acompañaba en un repugnante coche y la dejó allí. Fuimos tras ella, pero se metió en un callejón, se cerró la puerta tras su nuca. Después me pasó un tío a 10 centímetros. Si hubiese sido una mujer, ya estaría muerta. Pero a la hora que era la víctima sólo podía ser una mujer. Después fuimos a beber agua a una fuente de la calle de Becares. En la parada de autobús vimos a un hombre sentado. Era una víctima casi perfecta. Tenía cara de idiota, apariencia feliz y unas orejas tapadas por un walkman. Pero era un tío. Nos sentamos junto a él. Aquí la historia se tornó casi irreal. El tío comenzó a hablar con nosotros alegremente. Nos contó su vida. Nosotros le respondimos con paridas de andar por casa. Mi compañero me miró interrogativamente, pero yo me negué a matarle. Llegó un búho y el tío se fue en él. [ ... ].
“Una viejecita que salió a sacar la basura se nos escapó por un minuto, y dos parejitas de novios (¡maldita manía de acompañar a las mujeres a sus casas!).”Serían las cuatro y cuarto, a esa hora se abría la veda de los hombres. Mi compañero propuso coger un taxi, atracarle y degollarle. Rehusé el plan. [ ... ]. Vi a un tío andar hacia la parada de autobuses. Era gordito y mayor, con cara de tonto. Se sentó en la parada.
“[ ...]. El plan era que sacaríamos los cuchillos al llegar a la parada, le atracaríamos y le pediríamos que nos ofreciera el cuello (no tan directamente, claro). En ese momento, yo le metería el cuchillo en la garganta y mi compañero en el costado. La víctima llevaba zapatos cutres, y unos calcetines ridículos. Era gordito, rechoncho, con una cara de alucinado que apetecía golpearla, y una papeleta imaginaria que decía: ‘Quiero morir’. Si hubiese sido a la 1.30, no le habría pasado nada, pero ¡así es la vida! Nos plantamos ante él, sacamos los cuchillos. Él se asustó mirando el impresionante cuchillo de mi compañero. Mi compañero le miraba y de vez en cuando le sonreía (je, je, je). Le dijimos que le íbamos a registrar. “¿Le importa poner las manos en la espalda?”, le dije yo. Él dudó, pero mi compañero le cogió las manos y se las puso atrás. Yo comencé a enfadarme porque no le podía ver bien el cuello.

A pesar de lo delirante del relato Javier Rosado no es ningún imbécil. En la cárcel terminó sus licenciaturas en química, matemáticas e ingeniería técnica en informática.
Félix Moreno, el compañero al que alude en su diario, tenía solo 17 años en el momento del crimen. Condenado a doce años de reclusión menor, en un centro de menores, salió a los cuatro. Javier, sin embargo, fue condenado a cuarenta y dos años de prisión. Aunque solo cumplió catorce. En 2008 volvió a la calle.
Seguí su pista hasta su domicilio familiar. Era previsible. Sus padres lo apoyaron en todo momento y no se perdieron ninguna de las visitas a su hijo en prisión, así que no iban a echarlo de casa cuando pretendía rehacer su vida. Carlos Moreno ya no tendrá nunca esa oportunidad…
En varios estados de EEUU, y en otros países del mundo, Javier Rosado habría terminado en el corredor de la muerte. Los psiquiatras forenses que le examinaron antes del juicio lo diagnosticaron como psicópata. Y la psicopatía no se cura.
Psicópatas esotéricos

Poco antes había tenido la oportunidad de reunirme en Valencia, entre otros, con Robert Ressler, el perfilador del FBI más famoso de la historia, y con el Dr. Robert Hare, probablemente la mayor eminencia sobre psicópatas homicidas y asesinos en serie. El director de la revista del Cuerpo Nacional de Policía, Salvador Cantero, me había pedido que les entrevistase para la publicación del cuerpo. Y recuerdo que entregué a Ressler un voluminoso dossier sobre los principales asesinos en serie españoles. *
Charlamos sobre algunos de nuestros serial killerspátrios, como Rodríguez Vega, García Escalero, Ferrándiz Ventura, etc, y me sorprendió que, para algunos de los expertos norteamericanos reunidos en aquel congreso sobre psicópatas y asesinos en serie, como Ressler, Hare, Egger, etc, el dilema legal, en países como España, sin pena de muerte ni cadena perpetua, se encontraba en el hecho de que la psicopatía diagnosticada a asesinos como Rosado, Rodríguez Vega, García Escalero o Ferrándiz, no tiene cura. Es decir, que cuando cumplen sus penas, y vuelven a las calles, continúan siendo psicópatas. Aunque eso no implica que vuelvan a matar.
“En EEUU -bromeó Ressler, con macabra ironía, refiriéndose a la cadena perpetua y la pena de muerte- no tenemos que enfrentarnos a ese dilema…”.
Por eso, porque la psicopatía no tiene cura, y porque en los países en que no existe pena de muerte ni cadena perpetua, los asesinos tarde o temprano vuelven a convivir con nosotros, es vital, urgente y de trascendental importancia avanzar en el conocimiento de su mente.
Sabemos cuando, como y a quien matan, pero todavía no hemos terminado de comprender los porqués.

Y es real, estadísticamente hablando, que un altísimo porcentaje de las victimas de psicópatas homicidas son less-dead. Como las prostitutas de Ferrándiz o los mendigos de García Escalero. Pero Carlos Moreno no lo era. Era un trabajador, como usted y yo. Con familia, como usted y yo. Maldito por la providencia a estar en el lugar menos oportuno en el momento equivocado. Como podría ocurrirle a usted o a mí.
Javier Rosado escribió en su diario:“Se me ocurrió una idea espantosa que jamás volveré a hacer y que saqué de la película Hellraiser, cuando los cenobitas de la película deseaban que alguien no gritara le metían los dedos en la boca. Gloriosa idea para ellos, pero qué pena, porque me mordió el pulgar. Cuando me mordió (tengo la cicatriz) le metí el dedo en el ojo. [ ... ]. Seguía vivo, sangraba por todos los sitios. Aquello no me importó lo más mínimo. Es espantoso lo que tarda en morir un idiota. [...]. Vi una porquería blanquecina saliendo del abdomen, y me dije: “Cómo me paso”. [ ...]. Le dije a mi compañero que le cortara la cabeza, lo hizo y escuché un ‘ñiqui, ñiqui’ [ ...]. A la luz de la luna contemplamos a nuestra primera víctima. Sonreímos y nos dimos la mano [ ... ]. A mitad de camino recordé que en el forcejeo se me había caído el reloj. Volvimos a la escena del crimen (el animal siempre vuelve), pero no lo encontramos. Llegamos a casa a las cinco y cuarto, nos lavamos y tiramos la ropa. Me daba la sensación de haber cumplido con un deber, con una necesidad elemental [...]. Eso me daba esperanza para cometer nuevos crímenes. Al día siguiente reparé en las posibilidades de que nos pillase la policía. El reloj, el trozo de guante, estaban en contra. Mi punto débil era también que él me había dejado lleno de heridas. Le conté todo a un futuro ayudante de ideales parecidos, pero con menos sangre fría que yo. No salió información en los noticiarios, pero sí en la prensa, El País, concretamente. Decía que le habían dado seis puñaladas entre el cuello y el estómago (je, je, je). Decía también que era el segundo cadáver que se encontraba en la zona y que tenía 70 puñaladas (¡qué bestia es la gente!). El crimen había sido sobre la una (¡sopla!, a esa hora estaba yo jugando con un amigo al ordenador. Es mi coartada perfecta). ¡Pobre hombre!, no merecía lo que le pasó. Fue una desgracia, ya que buscábamos adolescentes y no pobres obreros trabajadores. En fin, la vida es muy ruin. Calculo que hay un 30% de posibilidades de que la policía me atrape. Si no es así, la próxima vez le tocará a una chica y lo haremos mucho mejor…”.
San Ignacio decía que conocer –y comprender- al Diablo es destruir su poder. Por eso es tan importante conocer y comprender la mente criminal. Y a veces la única forma de conseguirlo es poniéndose en la piel del asesino.
El entonces director de la Revista Policía, Salvador Cantero, me pidió que preguntase a Ressler durante nuestra entrevista, su opinión sobre el terrorismo de ETA. Y confieso que me sorprendió su respuesta. En opinión de Ressler muchos terroristas eran auténticos psicópatas que habían encontrado en el terrorismo una justificación para desarrollar sus impulsos homicidas libremente. Es posible, decía el ex agentes especial del FBI, que de no haber ingresado en un grupo terrorista, como ETA, se hubiesen convertido en asesinos en serie solitarios, o no. Pero el acceso a las armas y la creencia compartida de que una ideología justifica los secuestros, violaciones, torturas o asesinatos, les dan alas.
Si Ressler tiene razón, en la actualidad los yihadistas de Boko Haram o el ISIS, o las matanzas de albinos en Africa, posiblemente esconden auténticos psicópatas, que han encontrado en una justificación religiosa o sobrenatural, la excusa para manifestar su tendencia natural: el asesinato.
Cada vez más analistas sugieren que en organizaciones terroristas como Al Qaeda o el ISIS se encuentran auténticos psicópatas. En Africa el problema de los crímenes rituales ha alcanzado tales dimensiones que el gobierno de Tanzania ha cambiado el código penal, en enero de 2015, para prohibir ciertas prácticas a los curanderos, como ultimo intento por atajar la oleada de asesinatos que vive el país. Solo el año pasado, más 500 muertes violentas asociadas a la brujería, según datos del Legal and Humans Rights Center (LHRC).
Matar a un infiel, matar a un brujo, matar a un poseído por el demonio… cualquier excusa vale en la insensible mente de un sociópata. Una tendencia que se manifiesta, desde la más tierna infancia…
El placer de matar

Recuerdo que al llegar a la comisaría me crucé con el también inspector Feliciano González, buen amigo, y actualmente Comisario en la misma provincia. “Es una historia muy oscura, Manuel, más que las que hemos visto aquí…”.
En aquel mismo despacho, y por desgracia, había tenido la triste oportunidad de examinar atestados, expedientes e informes sobre otros asesinatos y suicidios ocurridos en el contexto de las creencias mágicas o esotéricas. Pero Feliciano tenía razón. Lo que aquellos dos policías gaditanos me presentaban ahora era mucho más espeluznante que ningún otro caso anterior. Y no sólo porque la víctima fuese una joven, de 16 años, totalmente inocente. Sino porque las autoras del crimen eran dos intimas amigas de la víctima, de 16 y 17 años respectivamente, compañeras en el Instituto Isla de León. Aunque lo más siniestro de este caso era el móvil del crimen… querían saber que se experimenta al matar.

Santiago hizo las presentaciones. Los inspectores de homicidios llegados desde Cádiz se mantuvieron serios y taciturnos en todo momento… Pero el carácter arisco y la antipatía que les presupuse inicialmente, se diluyeron de mi mente en cuanto abrieron ante mis ojos una carpeta con algunas de las evidencias que querían que examinase. Su contagiosa tristeza estaba más que justificada.
A medida que pasaban las páginas de los informes y las fotografías, yo mismo me infecté de su horror. Las evidencias incautadas en el domicilio de las jóvenes asesinas no dejaban lugar a dudas sobre su insana fascinación por el ocultismo, la brujería y el más allá.
En la inspección ocular, realizada en el domicilio de las asesinas de San Fernando, los policías habían descubierto abundante bibliografía sobre ocultismo y brujería. Libros como “OUIJA, contacto con el más allá”, “Posesión”, o “Vivencias extracorpóreas del espíritu”, compartían estanterías con fetiches y amuletos mágicos.
Entre los objetos personales de las homicidas encontraron también una colección de relatos manuscritos en los que se fabulaban todo tipo de crímenes y sacrificios sangrientos. No muy diferentes a los redactados por Javier Rosado…

Según me explicaron los inspectores, las jóvenes practicaban habitualmente la OUIJA y otras técnicas de contactismo, llegando a identificar a una serie de “demonios protectores”, que les servían de guías: Demon, Markus, Oced…
En uno de esos textos, probablemente psicográfico, escrito a Demon, su “demonio de la guarda”, una de las acusadas escribía: “Me he sentido muy alegre de saber que tengo a alguien que me protege. Al llegar a casa tuve que salir a comprar a la tienda, era como si alguien me abrazara en ese momento. Me siento acogida por algo. En el cuarto hay algo o alguien, no está vacío y me reconforta”. La autora de esas palabras era Iria Suarez González (nacida 11 agosto 1982).
Como Javier Rosado, Iria y Raquel salieron de caza. Querían saber que se sentía al matar. En el Centro Comercial “Bahía Sur” de San Fernando hicieron su primera tentativa. Acechando a una mujer que, asustada por su comportamiento, alertó a los vigilantes jurados del Centro. Su primer intento de matar fue abortado. Pero, como Rosado y Moreno, no tiraron la toalla. Su intención era firme.
Apasionada por el ocultismo y la brujería, Iria y su amiga Raquel Carlés Torrejón (nacida 11 agosto 1982), habían recreado con las cartas del tarot, el crimen que iban a cometer aquel 26 de mayo del año 2000, en el descampado del Barrero. En su casa la policía encontró la carta que representa a la doncella, desplomada bajo la carta de la luna, junto la carta de la torre…

Los inspectores de homicidios querían cerciorarse, siguiendo la pista gallega, de que aquel crimen incomprensible no tuviese ninguna conexión, a través de Iria, con alguna secta o culto satánico gallego que pudiese estar conectado con aquel asesinato absurdo.
No es casualidad. Iria y Raquel fueron de las primeras en beneficiarse de la nueva Ley del Menor. Antes de esa reforma habrían sido condenadas a 25 años de cárcel. Pero no cumplieron ni cinco.

La sentencia del juicio, a la que ha tenido acceso EOC, es un documento estremecedor que detalla sin cortapisas la brutalidad del crimen. Y mientras Raquel fue internada en el Centro de Menores de El Madroño, en el madrileño barrio de Carabanchel Iria, la más inteligente, fue enviada al Centro Monteledo (Orense) primero, y al Avelino Montero (Pontevedra), después. Según uno de sus compañeros en el Centro de Menores Avelino Montero: “Ningún menor sospechaba porque (Iria) estaba en el Centro. Era muy educada, siempre estudiando. Muy prepotente, se creía la mejor. Era la menor que disponía de mas beneficios. Empezó a salir de permiso muy pronto. Y los menores, por lo general, echábamos un tercio de la medida sin disfrutar de permisos. Pero ella, nada más llegar de Monteledo, empezó a salir, buscar trabajo y todo eso… “.
Debió gustarle Galicia, porque aquí se quedó. Se licenció en Psicología, paradojas de la vida, y actualmente pasa consulta en una importante ciudad gallega.

Las víctimas como Klara o Carlos Moreno, no eran less-dead. Eran ciudadanos completamente ingrados en su comunidad, como usted y yo. Como los periodistas de Charlie Hedbo o los clientes del supermercado kosher asesinados el pasado enero. O como las niñas secuestradas por Boko Haram o los albinos asesinados en Tanzania. Todos podemos ser víctimas de la explosión violenta de un psicópata, cuando una superstición, una creencia religiosa, o un mito esotérico se convierte en justificación para el crimen. No es necesario otro móvil.
Manuel Carballal
Notas:
*La entrevista se publicó en el número 143 de la Revista Policía.
**www.manuelcarballal.blogspot.com
RECUADRO ANEXO
2014 un año de crímenes esotéricos
El Archivo del Crimen (www.manuelcarballal.blogspot.com) compila todos los casos de crímenes, homicidios y sucesos en los que las creencias esotéricas o religiosas se convierten en factor criminógeno. Una vez concluido el año, resulta escalofriante comprobar que durante 2014 todos los meses, todos, se han producido una o varias noticias relacionadas con crímenes justificados con creencias sobrenaturales. Y lo peor es que el fenómeno se repite todos los años…
Enero

El 21 de enero de ese mismo mes se iniciaba el juicio en Meyland (EEUU) contra Zakieya Latrice Avery, de 28 años; y Monifa Denise Sanford, de 21, que asesinaron a sus dos hijos durante el transcurso de un “exosrcismo”.
Febrero
Carlos amarillo telefoneo al 911, el teléfono de emergencias, en Queens, New York, para confesar que acababa de asesinar, con un martillo, a Lina Castañeda (25 años), su prometida, y a la madre de esta, Estrella Castañeda (56 años), porque eran brujas y le habían hechizado…
Ese mismo mes los titulares de todo el mundo reproducían las declaraciones de la joven Miranda Barbour (19 años), detenida por el asesinato de Troy LaFerrara (42 años), en coautoría con su marido Elyette Barbour (22 años). Lo escalofriante del caso es que en una entrevista concedida a un periodista local, Miranda reconoció haber cometido más de 22 asesinatos anteriores al de LaFerrara, como parte de su pertenencia a un culto satánico…
Marzo
Se inicia el juicio contra Timothy Jay Vafeades (54 años) acusado de agresión a varias mujeres, utilizando una dentadura falsa que simulaba la mordedura de un vampiro. Vafeades estaba obsesionado con la literatura vampírica y había decidido llevar a la realidad sus fantasías…
Abril
Nuevo Crimen de Honor en India. El asesinato tuvo lugar en Guntur, localidad del Estado de Andhra Pradesh. La víctima, una joven de 26 años, fue estrangulada por sus propios padres tras descubrir que se había comprometido en matrimonio con un joven perteneciente a otra casta. En el hinduismo tradicional más radical la mezcla de las castas se considera una falta grave a los dioses…
A miles de kilometros, en Dobsonville (Soweto), se iniciaba el juicio contra dos jóvenes africanos, tras confesar que haber asesinado a sus amigas Thadenka Mogantesi (15 años) y Chwayita Rathazayo (16 años), en la dramatización de un ritual satánico. Sólo en la comarca de Johannesburgo la Unidad de Prácticas Religiosas Perjudicales de la Policía investiga hasta 48 crímenes relacionados con el ocultismo en los últimos tres meses...
Mayo


El 28 de este mes cinco adultos y un menor de 14 años, miembros de una secta cristiana fundamentalista en China golpearon hasta la muerte a una mujer, en un restaurante McDonald´s de la ciudad de Zhaoyuan, provincia de Shandong,porque se negó a aceptar su invitación para sumarse a su culto. Para los sectarios eso la identificaba “Wu”, demonio, y por tanto merecía la muerte…
Gregory Scott Hale (37 años), que se confesaba admirador del asesino en serie satánico Richard Ramirez, fue detenido tras asesinar, descuartizar y devorar a su amante Lisa Marie Hyder (36 años). Scott Hale estaba obsesionado con la brujería, el satanismo y las ciencias ocultas.
Julio
El brote de Ebola que se inicia en varios países africanos dispara el número de ataques a albinos, que son secuestrados, asesinados y desmembrados para utilizar sus brazos, piernas u otros órganos, en rituales de brujería.
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Agosto
Un informe de la ONG HRW documenta de forma escalofriante el maltrato, humillaciones, torturas e incluso homicidios que sufren en India las castas mas pobres, especialmente los intocables, en base a las creencias radicales de los hinduistas más tradicionales.

El brote de Ebola que se inicia en varios países africanos dispara el número de ataques a albinos, que son secuestrados, asesinados y desmembrados para utilizar sus brazos, piernas u otros órganos, en rituales de brujería.

Agosto
Un informe de la ONG HRW documenta de forma escalofriante el maltrato, humillaciones, torturas e incluso homicidios que sufren en India las castas mas pobres, especialmente los intocables, en base a las creencias radicales de los hinduistas más tradicionales.
Septiembre
Otro “vampiro” llega a los juzgados en Massachusetts (EEUU). Caius Veiovis, y sus “hermanos de sangre” Adam Lee Hall y David Chalue, es condenado por el secuestro, asesinato y desmembramiento de David Vlasser, Edward Frampton y Robert Chadwell, cuyos restos fueron encontrados en su finca de Becket. Veiovis se creía un vampiro y se confesaba satanista. Y al escuchar el veredicto del jurado dijo: “Veré en el Infierno a cada jodido de ustedes… Los veré a todos en el Infierno”.
Este mismo mes arranca en Africa la campaña: “Yo no soy bruja”. Un intento desesperado por frenar los crímenes y agresiones que sufren miles de niños en el continente, tras ser acusados de brujería. Solo en la región de Kara (Togo), casi mil niños fueron acusados en 2013 de ser brujos, sufriendo la violencia irracional por ello.
La campaña “Yo no soy bruja” no termina de cuajar… Siete personas son quemadas vivas en Murufiti (Tanzania) acusadas de brujería. La mayoría mayores de 60 años, que habían sido señalados por un curandero recientemente establecido en el pueblo, como responsables de los problemas de sus vecinos.
La joven de origen magrebí Ikram B., residente en Zaragoza (España), es detenida y acusada de asfixiar a dos de sus bebes y haberlo intentado con su tercera hija, supuestamente poseídas por jinas (los génios de El Corán). Ikram creía que su casa estaba embrujada y tras la sospechosa muerte de dos de sus hijas y el ingreso de la superviviente en urgencias, fue acusada de ser la autora.
Diciembre
